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Al cuidar de nuestra piel con el uso habitual de cremas hidratantes, estamos contribuyendo con su salud y mejoramos nuestro aspecto personal, al conseguir una piel más radiante y suave. Esto es de especial importancia cuando la piel es tan delicada como la que tienen los niños de menos de 5 años.
Recordemos que la piel es uno de los órganos que más exponemos día a día ante los diversos factores ambientales que nos rodean, como el sol, el viento, la contaminación del aire, etc. Por ende, esta puede llegar a presentar ciertas afecciones como resequedad, verse opaca o sufrir de alergias.
Para evitar que ocurran este tipo de inconvenientes, debemos estar conscientes del correcto uso de estas cremas según el tipo de piel. Al igual que viene bien realizar pequeños ajustes en los hábitos rutinarios que complementen su uso, como llevar una buena alimentación y dedicar unos minutos hacer algún tipo de ejercicio físico.
Cuando se trata de elegir una crema es importante tener en cuenta el tipo de piel que tenemos y lo que queremos conseguir con su función. Ya que podemos conseguir todo tipo de cremas en el mercado fabricadas en base a ingredientes que logran cumplir con funciones específicas.
Entre los tipos de cremas más comunes que podemos encontrar están las humectantes e hidratantes, las cuales tienden a ser confundidas y lo cierto es que aplican para diferentes casos. Para el caso de las cremas hidratantes estas están indicadas por lo general para lidiar con la resequedad de la piel.
La función principal de estas cremas es la de devolverle la cantidad de humedad necesaria a la piel. Actúan de forma uniforme sanando las capas más profundas de la piel hasta la superficie. Las hay a base de aceites naturales (cremas simples) y otras que contienen vitaminas, minerales o sales, clasificadas como “compuestas”.
En el caso de las mujeres, las cremas hidratantes son ideales para usar luego de haber retirado el maquillaje o para ir a dormir. Ya que sus propiedades regenerativas permiten que la piel recupere su elasticidad y los poros del rostro respiren después de haber sido obstruidos por los residuos de algún producto o factor ambiental durante el día.
Para que sus efectos puedan surgir es importante tener la cara limpia y húmeda en lo posible antes de proceder aplicarlas.