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Uno de los síntomas de las pieles sensibles es la irritación y el enrojecimiento. Estas rojeces son ocasionadas por una dilatación agravada de los vasos sanguíneos cutáneos. Aunque suelen ser transitorias, las irritaciones de la piel pueden agravarse si no uno se cuida la piel adecuadamente.
Cuando la piel es sensible puede reaccionar bruscamente a los cambios de temperatura, de pH, a algunos productos de higiene personal, incluso a la polución. Esto genera una manifestación cutánea anormal de los vasos sanguíneos, lo que produce el enrojecimiento que a su vez ocasiona picazón y ardor en la piel.
En muchos casos la rojeces de la piel es un evento aislado ocasionado por algún agente externo. Sin embargo, cuando es constante la afección se convierte en eritrosis y cuperosis. Para estos casos se recetan tratamientos que contienen compuestos como:
La electrocoagulación es otro método empleado para tratar la eritrosis y la cuperosis ya que permite coagular los capilares dilatados que causan las rojeces del rostro y otras partes de la piel.
El cuidado de la piel propensa al enrojecimiento debe incluir una buena hidratación y tratamientos en frío, ya que el uso de agua caliente puede agravar la situación. En el caso de las damas, utilizar cosméticos suaves es esencial, y también un desmaquillador para piel sensible.
Para mejorar la circulación sanguínea de la piel es recomendable:
Utilizar productos especificados para pieles sensibles e irritables.
Aplicar compresas de agua fría en la zona afectada.
Usar protector solar.
Sumergirse en una bañera de agua templada con avena.
Protegerse contra los cambios bruscos del clima.
Usar gel de aloe vera.
Beber suficiente agua.
Consumir vitamina E y complejo B.
Si el enrojecimiento es constante se debe consultar a un especialista que determine las causas específicas y el tratamiento adecuado para el tipo de piel.